Magia, sabor, placer
voluntad, delicadeza
saber hacer
tal fue tu destreza.
Pasaron dos días de esa virtud
uno precioso y especial
el último, colosal:
no parecías tú.
Comportamiento impecable,
voluntario por ambas partes.
Logramos realizar
aquello que era un sueño
espontáneamente, despacio
de mi corazón fuiste dueño
conseguiste la bandera izar.
Desprendes rubio, a raudales
puro tu amor, al detalle.
Aspiro a a admirarte
pues me quedo perplejo
oyendo voces, viendo reflejos
de la brillantez de tu alma y tu gesto.
El tiempo no pasa en balde:
en agua ya nos hemos unido
y no cortarán nuestro hilo
si no consiguen matarme.
Este año tan fecundo
trajo de sus primeras semillas
unos hermosos frutos
dulces, carnosos
el horizonte frondoso
como un bosque nos espera
¿vienes, mi niña?
A esta suculenta tarta
se la adorna a diario
con guindas, no un santuario.
Somos fogosos y por ello
jugaré mi última carta
y es que te quiero.
La tónica habitual
no la quiero extraviar.
Soy muy feliz, mi paloma
ven a mis abiertos brazos
que perdidos en tus plumas
ellos tanto gozan.
José Lisbona, 26 de julio de 2002
No hay comentarios:
Publicar un comentario